domingo, 9 de enero de 2011

Cros de Banyoles

Banyoles es para mi una ciudad, deportivamente hablando, de extremos. Entre otras, por un lado debuté en triatlón de distancia olímpica con muchas ganas de seguir trabajando y mejorando; por el otro, hace tan solo 4 meses tuve que abandonar en ese mismo triatlón cuando empecé a correr los 10.000 metros en tercera posición. Hoy tocaba el X Cros de Banyoles.

Llegamos a la población del Pla de l’Estany y comentamos sorprendidos (con mi padre) que no se ve mucha gente. Lo comprobamos en la salida: unos 30 atletas. Un poco de calentamiento para activar la piernas y listo para comenzar. El cros consistía en 5 vueltas por un terreno llano y bacheado con algunos socavones de metro/metro y medio de profundidad.

(Salida)

A diferencia de las otras pruebas del circuito, la salida ha sido lenta. 5 atletas han formado el primer grupo, mientras que por detrás la mayoría de los corredores agrupados un pelotón grande. Antes de terminar la primera de las vueltas, y viendo que la cabeza estaba a escasos 50 metros y en el segundo grupo no había ningún tipo movimiento (el ritmo era lento, cansado, incluso incómodo), decido mover ficha. Cambio de ritmo importante y me uno a los primeros. Es muy gratificante rodar en el primer grupo, el público empuja de forma diferente y la sensaciones que tiene uno mismo también son distintas. Uno de los que estaba cae, y ya solo quedamos 4: Jaume Quintana, Salvador Ciurana, Abdelhamed El Harrak y un servidor.

(Cuarteto de cabeza)

Los tres sabíamos que Quintana era el que rompería la prueba, y así lo hizo. Antes de finalizar la tercera vuelta se va. Ciurana lo intenta y El Harrak, detrás (el podio se lo reparten en ese orden). Sin que la gripe recientemente pasada sirva de excusa, me quedo. La buena rueda que eran los tres se convierte en una lucha en solitario y, en ese momento, llega la debilidad. La debilidad no se puede definir de otra manera que: “cuando la mente y el cuerpo llegan a un acuerdo para hundirte”. A partir de ahí, 2 vueltas de sufrimiento. Puedo estar contento que solamente me rebasase un gran Joan Batlle que venía por la retaguardia como una moto (aunque el margen conseguido rodando con los primeros era grande). Al final quinto y contento. La senda a seguir, la correcta.

(En solitario)

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