Como ya viene siendo habitual estas
últimas temporadas, un par de veces al año me desplazo a Suiza con el fin de
participar en alguna prueba triatlética en el país transalpino. Disfrutar de
otros contrincantes es básicamente el principal reto. No conoces a nadie. Nadie
te conoce a ti. Es una carrera a ciegas. Sin embargo, unos suculentos premios
económicos, fueron unos cánticos de sirena irrechazables para algunos
profesionales consolidados en la élite mundial. Uno solo puede mirar con
admiración a triatletas como Sven Riederer, TOP 10 en los juegos olímpicos de
Londres 2012. O a los hermanos Salvisberg, emergentes triatletas del país centroeuropeo.
Foto familiar
Sobre el lago de Neuchâtel (que también baña
la localidad de Yverdon-les-Bains) había dibujado un triangulo con unas boyas esbeltas
y amarillas. Una piscina de muchos metros cuadrados en toda regla. Cuatro triatletas,
los tres nombrados anteriormente y un profesional australiano, rompieron el
grupo con una facilidad pasmosa. Distinta sangre circula por sus venas. Se
formó otro grupo perseguidor que tocó tierra a unos 40’. Mientras que un
servidor iba introducido en el tercero. Aquel ritmo era el mío. Mis brazos me
lo susurraron a lo largo de los 750 metros recordándome que aún faltan muchas
series en la piscina para seguir mirando hacia adelante.
La particularidad de la mayoría
de triatlones suizos es que son sin drafting sea la distancia que sea.
Trancisioné rápido. La suma de tres vueltas en un circuito callejero y con una
subida de 1,5 km al 7% completaba el sector ciclista (posiblemente erré en la
elección de la bicicleta. No era un circuito para la Isaac Muon TT). Sin
comunicación alguna nos asociamos Stalder y un servidor. Yo tiraba en la subida
y en la bajada del pequeño puerto y él se encargaba del llano revirado en medio
de Yverdon. Recortábamos con el grupo que nos antecedía (no con respecto a
Riederer y a los hermanos Salvisberg). Estoy seguro de que podría haber
intentado la aventura en solitario. Sobre las dos ruedas las piernas funcionan
mejor que nunca. Existe una simbiosis
especial con la bicicleta. Nos respetamos. Y cuando las calas entran en los
pedales, cuando se oye el “tac”, la comunión es perfecta.
Corriendo al compás junto a Stalder
Empecé a correr en la última
plaza del TOP 10. Se podía mejorar. Las diferencias con algunos de delante eran
asequibles. Otra vez una buena asociación con Stalder, compartiendo esfuerzo y ambos cogiendo responsabilidades, nos
permitió llegar a la 7ª y 8ª posición. Era consciente de que hacía mucho tiempo
que no corría de aquella forma. Finalmente, perdí el duelo directo con mi
compañero de viaje y a la postre uno de los atletas del equipo Salomon suizo (ganador
de ultra-trails) nos adelantó a los dos a falta de 300 metros. Los tres quedamos
separados por 13 segundos. Acabé con la efímera sensación agridulce de haber
podido terminar primero de los no profesionales. Entre las tareas pendientes queda aprender a
sufrir un poco más en el último tercio de cada prueba.
Podio no profesional
Otra vez las cosas salieron
bien y me llevé de Suiza una valiosa 9ª posición absoluta, un podio y la foto
con Sven Riederer.
Junto a Sven Riederer
2 comentarios:
RESPECT!!! felicitats!
Gràcies Cris!!!!!
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