“Ya estamos otra vez”, pensé, “Empieza otra temporada…”. Un
ambiente como el de las grandes ocasiones daba la bienvenida a los más de 600 duatletas
(repartidos en 125 equipos) que participarían en el duatlón del Prat de Llobregat.
Otra vez la cita pratense otorgaba el título de campeón de Catalunya masculino
y femenino de duatlón por equipos.
Correr en casa es especial. Cada ánimo, cada aplauso, te
empuja más allá de tu límite físico momentáneo. Esta vez, sumado a la necesaria
presencia de mi padre, estuvo allí Núria. Alguien muy especial.
Salimos a un ritmo controlado. Los Rubén (Barrio y Martin),
dos de los mejores atletas del club, se encargaron de sacar el metrómetro y marcarnos
el camino a seguir durante el primer segmento de carrera a pie. Su papel era
clave, y su misión rasa y clara: exigirnos sin destrozarnos (la adrenalina por
correr en casa era una arma de doble filo). Dice la biblia del triatlón que las
carreras con este formato se ganan durante los 20 km de ciclismo, y que es
importante llegar con todos tus enteros para afrontarlos lo más rápido posible.
Cuatro vueltas eran necesarias para completar los casi 5 km antes de entrar en
la T1. Finalmente, y a pesar de unas pequeñas, y valga la redundancia, molestas molestias físicas, pude aguantar con
solvencia este primer tramo del duatlón.
(Concentración máxima) - FOTO: Carles Iturbe
El viento se erigió como protagonista desde que llegamos.
Su poderío se intuía por el frio bailar de las banderas de los patrocinadores
de la prueba. Los meteorólogos ya lo avisaron. Así, uno de los peores enemigos
del ciclista ejercía de juez de paz. Una vez nuestros pies se enfundaron dentro
de las zapatillas y los “velcros” estuvieron apretados, nuestra concentración se
iba transformando poco a poco en ímpetu. En ansiedad. Las ganas de avanzar eran
tales que Rubén Martin, en una curva que trazamos a toda velocidad, perdió un
par de metros imposibles de recuperar. No podíamos mirar atrás. No debíamos
hacerlo. Los relevos se sucedían: Richard, Lucas, Cristian y un servidor
entrábamos al paso de una marcha militar. Devorábamos la carretera cual león a
una gacela. La obsesión era avanzar. Sufrimos todos. Cuando durante la carrera
llegas a odiar a tus compañeros significa que el grupo camina por la buena
senda. Destacar por enésima vez el rol de nuestro buque insignia, Richard Calle.
Su simple presencia hace que todos entreguemos lo mejor de nosotros. Rubén
Barrio, por su parte, se mantenía a nuestra estela. El debía guiarnos en la
última carrera a pie.
(Lucas dejandose la piel) - FOTO: Carles Iturbe
(En formación) - FOTO: Carles Iturbe
Un último relevo estratosférico de Cristian nos impulsó
hacia la T2. Ya poco importaban el llorar de gemelos y el gritar de los cuádriceps.
Junto a Richard, Rubén y Lucas, teníamos la misión de poner la guinda a nuestra
carrera. La victoria era factible. Solo segundos serian la diferencia entre el
CN Reus y nosotros. Lucas, con un trabajo portentoso sobre las dos ruedas, estaba
realizando un esfuerzo tremendo; Rubén nos ofrecía su rebufo; Richard en su línea;
y un servidor disfrutaba del momento tanto como el ácido láctico lo permitía.
(Intentando marcar el ritmo) - FOTO: Carles Iturbe
Llegábamos a meta, “últimos metros, hay que disfrutarlos”.
Rubén nos pidió el esfuerzo final. Íbamos tras él, y la euforia por completar esa
hora de agonía máxima provocó que se equivocara. En lugar de dirigirse al arco
de meta, tomaba rumbo hacía una nueva vuelta. Le avisamos y rápidamente, dándose
cuenta de su error, hizo lo que todos hubiésemos hecho: saltar la valla que
separaba el seguir sufriendo de la gloria. Tuvimos que esperarle unos segundos
para cruzar el arco todos juntos. Nos fundimos en un abrazo.
(La felicidad después del trabajo bien hecho) - FOTO: Carles Iturbe
Los pronósticos se cumplieron, solo 15 segundos nos
separaron de un gran CN Reus, que con tan solo 4 efectivos se alzaba con la
victoria final.
Mientras disfrutábamos del momento de calma que sigue a
la tempestad física, un rumor circulaba por la muchedumbre. Un rumor que a los
minutos se confirmó: estábamos descalificados. Reglamento en mano, lo merecíamos;
nadie puede saltar una valla. De todas formas lo que verdaderamente impulsó a
los jueces a tomar esa decisión fue la reclamación de algunos equipos. Tengo
poco que opinar al respecto. Cada uno es dueño de sus acciones. Todos sabemos
lo que pasó, incluso los que vieron mala fe (por decirlo de alguna forma) en
saltar el obstáculo. Por suerte para nosotros, la temporada te da muchas más
oportunidades para mostrar lo que vales.
Sea como fuera, en la pista somos Subcampeones de
Catalunya de duatlón por equipos.
Otra vez, y ya van
muchos años, el CN Prat - Triatló mostró su cara más seria y profesional para
organizar un evento de tales magnitudes. Solo unos pocos podemos disfrutar de
la carrera por muchos que velan para que todo salga a la perfección. Cada año
nuestra prueba viste de gala al duatlón catalán. Debo mencionar un nombre; el
hombre del micro; el hombre que lo coordina absolutamente todo; el gran hombre
del club; Víctor Dobaño, gracias.
Felicitar a todos los equipos que participaron y en especial
a los del Prat.
Finalmente, agradecer profundamente las instantáneas que
se sacó de la cámara Carles Iturbe (hermano de Núria). Al igual que por su compañía
y la de su pareja, Marta.
La primera de muchas para este 2013.
4 comentarios:
brillant crònica! ara tal i com dius, a demostrar el que valeu!
Antolí!! M'has fet vibrar igual que el dia de la cursa... Un gran gest competir amb les molèsties. Cada dia ets més campió. Gràcies pels alagos, però allà tots vàrem deixar-nos la pell. Com ja he dit, el 4 de maig, la rebancha!!
Victor.
Enhorabuena gladiadores. Lo habéis demostrado una vez más! Importante y merecido segundo lugar, a pesar de que una valla os haya impedido la subida al cajón.
En mi corazón y en el de muchos que os vieron darlo todo estáis ahí. Un abrazo!
Eps! Se me olvidó dejar el nombre. Soy Levy
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