Nos presentamos a Lloret de Mar, una de las ciudades
costeras más conocidas fuera de nuestras fronteras aunque desafortunadamente no
por sus magníficas playas, con pocas expectativas. La semana que culminaba este
triatlón había sido larga, larguísima, y dura a lo que entrenamientos se
refiere. De hecho, creo que nunca antes había entrenado tanto en 6 días. Retos importantes
se acercan, y hay que prepararlos con la debida antelación.
La comunión del cielo despejado y del mar completamente
plano nos ofrecían una instantánea magnífica. El cansancio se dejaba notar. El
cuerpo se quejó cuando le pedí que se despertara mediante giros articulares y las
primeras brazadas. Esas sensaciones se olvidan rápido; durante la carrera no
hay tiempo para las lamentaciones.
Creo que me salió una buena natación. De hecho estoy
empezando a disfrutar de la natación limpia, sin golpes. Al igual que en
Banyoles, otra vez vi como justo delante, después de dejar la primera boya a la
izquierda, se formaba un grupo, ¡EL GRUPO! Muy paulatinamente la distancia
respecto a ellos iba in crescendo, y ya sin la posibilidad de recuperar
terreno, intenté no perder la referencia visual. Funciono. Apretando los
dientes conseguí cazar a los rezagados, pero perdiendo del orden de un minuto
respecto a los favoritos. Mucho tiempo. Demasiado tiempo. El eterno minuto. Por
atrás el primero en tocar tierra lo hizo 25 segundos más tarde. Nadé en tierra
de nadie.
(A por la T1)
La bici tuvo poco misterio. Sin buenas piernas para mover grandes desarrollos e intentar una remontada histórica, me limité a avanzar. Cuatro vueltas en un circuito con una subida de las de cuerda y mosquetones pasaron factura a muchos, siendo claramente el factor diferenciador. A la tercera vuelta, después de pedalear las dos primeras solo, Cristian Cofiné (compañero de club y recién aterrizado de la Titan Desert) llegó mostrando sus dotes encima de la bici. Fuimos juntos, cazando y doblando a más triatletas. Un último latigazo en la subida que despedía el sector ciclista le permitió abrir un hueco merecido por el trabajo hecho. Por mi parte, sin mucho más para dar, agradecí llegar a la T2. Iba 8º, pero el sexto estaba a tiro de piedra.
(Sufriendo la soledad del ciclista)
Dos vueltas a pie combinando llanos con vistas al mar; toboganes de asfalto; y una subida de tierra al más puro estilo de las carreras de campo a través, nos esperaban. Una rápida T2 me lanzó a por la sexta plaza, posición que conseguí mantener hasta el final. De todas formas superé este último sector únicamente cumpliendo la papeleta, disfrutando de buenas sensaciones cuando el terreno era favorable y sufriendo la carga acumulada durante los llanos y las subidas. Sexto, pero lejos de los puestos de honor.
(Empezando la última vuelta)
Cuarta carrera consecutiva, y cuarto resultado satisfactorio. A ver si la diosa fortuna nos acompaña este próximo sábado en Sant Feliu (triatlón en el que debuté hace cuatro años). Sin embargo, y con el fin de no abusar de ella, llevo siempre conmigo un trozo de madera que no dejo nunca de tocar.
Por equipos conseguimos subir al tercer cajón del podio gracias a las buenas actuaciones de Cofiné (10º) y Sergio García (17º). Las chicas, con sendas fantásticas carreras, también pudieron celebrar su ración de podio por equipos.
2 comentarios:
Bravo!
Gràcies Oriol!!!!
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